Editorial
En las Unidades Tecnológicas de Santander estamos convencidos de que educar no es solo transmitir conocimientos: es formar seres humanos integrales. Porque cuando se educa el alma, no hay quien nos detenga.
Septiembre nos dejó una muestra invaluable de disciplina y perseverancia: más de 1.200 graduados recibieron con orgullo su título. Pero lo más valioso es que no se detienen ahí; siguen capacitándose, especializándose, creciendo. Han entendido que la educación es un proceso continuo, una ruta de transformación personal y social que nunca termina.
Ese mismo espíritu se refleja en nuestros deportistas. El equipo de fútbol Uteísta viajó a Dalian, China, para representar a Colombia en el Mundial de Universidades. Su participación nos recuerda que la formación va mucho más allá de lo académico: es aprender a trabajar en equipo, a sobreponerse a la adversidad, a competir con respeto y dignidad. Esa también es educación, porque nos forja como personas.
Octubre nos trae un ejercicio clave en este camino: la evaluación docente. En las UTS no la concebimos como un simple proceso de calificación, sino como una oportunidad de mejora. Evaluar es crecer. Escuchamos a nuestros estudiantes, fortalecemos a nuestros profesores y avanzamos hacia una educación de mayor calidad. Es un diálogo permanente que nos impulsa a evolucionar.
Todo esto tiene sentido porque creemos en una educación integral, en la que las familias también son protagonistas. Aquí no solo formamos profesionales: formamos ciudadanos con valores, con visión y con carácter. Y en ese horizonte, seguimos trabajando hacia el Cambio de Carácter Institucional, que nos permitirá ampliar áreas del conocimiento y entregar al país más talento, más innovación y más oportunidades.
Hoy, la gratuidad educativa abre las puertas a miles de jóvenes que antes no tenían la posibilidad de soñar con un título profesional. El país, paso a paso, crece en educación, y desde las UTS somos parte activa de esa transformación.
Cada logro de nuestros graduados, cada esfuerzo de nuestros deportistas, cada lección de nuestros docentes y cada familia que confía en nosotros, nos recuerda que la educación va más allá de las aulas: se siembra en el alma.
Y cuando educamos el alma, no hay nada que pueda detenernos.
Con afecto,
Dr. Sc. Omar Lengerke Pérez
Rector

